hay una mina que en cada calle oscura
reza para que no se la culee el negro
que pasa caminando por la vereda de enfrente.
que inspira miedo hasta en los señores grandes
en los padres en quienes los niños confiamos.
el negro ni la mira,
pero la mina ya casi se meó encima
del susto que se pegó
cuando el negro atinó a cruzar la calle
y en realidad buscaba algun cigarrillo
con restos en el cordón,
para calmar las ansias.
pasa el miedo, pasa el negro,
pero la chica vuelve a rezar,
esquina tras esquina.
tres cuadras faltaban
para que se cruzara con el mismo negro,
para que los cuerpos chocaran,
arremeta él y con el miembro afuera,
ejecute una especie de baile
de danza erótica alumbrada por la luna,
suerte de figuras prehistóricas,
de mono en celo.
ya contra la pared
los cuerpos se estremecían
entre gritos y movimientos bruscos,
hacían ruido en la noche.
entre tanto morbo encontraron el encanto,
le agarraron el gustito.
"era de ver y no creer,
era de ver y eyacular"
No hay comentarios:
Publicar un comentario